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Esta página nació el año 2004 como una respuesta a la demolición de la antigua Administración General de la UdeC, ubicada en Barros Arana entre Tucapel y Orompello, (actual Mall del Centro). Desde ese año a la fecha se ha perdido una cantidad significativa de edificios históricos y de interés arquitectónico, desde viviendas a edificios industriales, todos ellos sin resguardo ni consideración en el Plan Regulador Comunal, cuyo ítem de inmuebles de conservación histórica no ha sido actualizado ni revisado reconociendo barrios, conjuntos de interés y en general de nuestra historia y el patrimonio. Una destrucción con autores coludidos, entre autoridades, funcionarios, profesionales, inmobiliarias, negociantes y vecinos de la ciudad. El mismo Colegio de Arquitectos local jamás ha tenido una postura firme sobre la destrucción de la arquitectura histórica local, muy por el contrario, ha tendido a favorecer intereses inmobiliarios de manera explícita como la difusión de un sistema de metro o el silencio que ha guardado con hechos tan importantes como la destrucción de humedales, barrios o los efectos de megaproyectos como Ciudad del Parque (providencialmente abortado) o las intevenciones de Madesal camino a Penco o en el ex Colegio Inmaculada.
Todo esto ha determinado la desaparición de edificaciones o la impresentable alteración de otros junto con una futura condena a lo poco que nos va quedando. Este es uno de tantos temas que aquejan a la ciudad, si la recorremos, nos damos cuenta que durante los últimos 15 años han aparecido, (y siguen apareciendo), una serie de edificios descontextualizados y carentes de sentido urbano. De un momento a otro, las inmobiliarias pasaron a ser la única representación de la arquitectura, (vean que nadie habla de arquitectos, solo empresas), siendo además al parecer la única referencia a la hora de hablar de ciudad. Este modelo uniforme donde los colores blancos, crema y grises abundan al igual que un insípido enchape de ladrillo en muchas obras también contagió las universidades, con arquitectos dedicados a ese mundo que no saben separar las aguas, brindando miradas ambiciosas y mercantiles a los talleres de arquitectos en formación, eliminando temáticas como el contexto, el urbanismo, la sociología o el patrimonio. En resumen, talleres de objetos que se puedan vender al mejor postor.
Gran error, no podemos hablar de arquitectura si la fórmula es repetir patrones, copiar modelos una y otra vez y hacerlos calzar en los terrenos. Progreso y avance no es igual a arrasar e imponer altas y densas torres que al fin y al cabo son una simple representación del sistema que estamos viviendo donde la ciudad ya no es regulada por políticas que aboguen por una mejor calidad de vida, sino que por códigos y arquetipos formateados por el mercado. Preocupante situación donde vemos que no se dialoga en lo absoluto con la ciudad y nos llenamos de estos monstruos edificados que son cada vez más grandes apocando la profundidad de conceptos como el habitar y la dignidad.
¿Dónde está el vínculo con la urbe, con su gente, con el patrimonio, la historia, el territorio? Está negado, detrás de una publicidad que dice «neo» o «novo» centro, con departamentos para camas de media plaza al lado de barrios que resisten mientras son invadidos por la penumbra. Desde esta página que ha visto muchos hechos nefastos en más de 15 años, el panorama se ve claramente oscuro, las inmobiliarias en un afán de seguir ganando millones como lo suelen hacer han inscrito nada más que más de 50 permisos de edificios que superan los 20 pisos, todo por la inminente modificación al Plan Regulador Comunal que supondría un freno a la ambición absoluta de empresarios, arquitectos, ingenieros y constructores.
Concepción 2020. Ciudad de torres donde todo está bien, todo es válido… total, queremos ser como Milán, Londres, NY o Dubai… Argumentos ridículos de personas que viven en Plutón o en algún lugar recóndito de la intercomuna como una burbuja.