Pasó el Día del Patrimonio y resulta contradictorio referirse a una “celebración del patrimonio” considerando que hace unas semanas la Comisión de Vivienda y Urbanismo del Senado despachó a sala el proyecto de Ley de Integración Social y Urbana, ley que pone en jaque los monumentos, zonas típicas y el patrimonio en general de las ciudades abriendo una ventana a privados para que hagan y deshagan en las urbes a pesar del nombre sugerente que posee.
En el Área Metropolitana de Concepción nos encontramos con situaciones críticas respecto al tema. Por ejemplo, en Hualpén se lucha por la defensa del Santuario de la Naturaleza Península de Hualpén ante la amenaza inmobiliaria que afectaría la biodiversidad existente en el lugar y además hace unas semanas se demolió la casa que albergó a la Mueblería Francesa en avenida Colón, un inmueble de 1930 y único testimonio que quedaba del pasado arquitectónico de ese sector. En el caso de la comuna de Concepción han ocurrido desapariciones como la del ex Colegio Inmaculada Concepción, en cuyo solar se instalará un proyecto inmobiliario y comercial que implicó además la destrucción del Humedal Paicaví para construir el colegio nuevo. En Lautaro, entre Freire y Maipú, se demolió una obra del arquitecto Fernando Moscoso, parte de un significativo conjunto residencial propio de la escala del sector oriente de Concepción. Al otro lado de la ciudad, en pleno sector poniente, la amenaza inmobiliaria es latente y a unas cuadras de ahí, se demolió el ex Molino El Globo, (ex Santa Rosa), centenaria obra que representaba un bien patrimonial para la ciudad y para el sector de Pedro de Río Zañartu, histórico barrio que ha tenido pérdidas considerables de sus hitos en el último tiempo como lo ocurrido con la antigua Termoeléctrica de 1925, inmueble que pudo haber sido reutilizado perfectamente como todos los edificios industriales desaparecidos en Concepción. Sucesos que denotan la débil planificación urbana local que no ha tenido preocupación alguna por el patrimonio arquitectónico, (y natural). De hecho, el Plan Regulador Comunal sigue cumpliendo años y su ítem de Inmuebles de Conservación Histórica sigue sin renovarse denotando además una básica lectura de la totalidad de barrios que componen realmente Concepción. Ciudad que podrá tener muchos slogans: ciudad del rock, ciudad de la Independencia o ciudad universitaria, pero lamentablemente durante los últimos 20 años ha construido un nuevo carácter, la ciudad de la amnesia y la destrucción.
Hablar de patrimonio no es poner la palabra en un pedestal por un día, tampoco es insumo eterno para hacer papers en universidades, no es hablar de temas «polémicos» como alguna vez escuché por ahí, no es caracterizarse con atuendos de antaño, no es felicitar una empresa o inmobiliaria porque después de destruir todo deciden salvar un pedazo de edificio, tampoco es un tema “bonito” ni «romántico» que implique salvar un trozo de ruina o iluminar una fachada, (como se ha visto ya en la ciudad de manera patética gracias al retail). Es un tema profundo que trasciende lo físico y lo social, apelando a lo que somos, a nuestro pasado, presente y una proyección cultural al futuro. Es una lucha constante por la reivindicación de la memoria, de la historia y de las comunidades que han visto cómo sus territorios han sido invadidos o destruidos por agentes que con el estandarte de un sistema con una aparente verdad única pisotean una y otra vez nuestras expresiones y lo que nos rodea. Hay mucho por hacer, la comunidad ha hecho y sigue haciendo lo suyo, es hora de que las autoridades tomen con seriedad este tema para que de verdad el “Día del Patrimonio” sea una celebración y no una contradicción.
Fotografía de portada de Daniel Palma, (demolición casa en calle Lautaro entre Freire y Maipú).