Mientras muchos nos encontramos en la medida de lo posible en cuarentena, buscando modos de seguir operando, vemos también que hay ciertas situaciones que no se detienen. Las inmobiliarias y constructoras siguen demoliendo y construyendo como lo que en estos momentos ocurre con el ex Colegio Inmaculada Concepción, actualmente siendo destruido para dar paso a un proyecto comercial bien detallado en diversos medios de prensa. Interesante situación de barrido que no es documentado por los medios y que si bien esta obra tuvo su sentencia hace ya más de cinco años, el hecho de fondo de destruir edificios históricos y reemplazarlos con símbolos del sistema que vivimos como lo que se va a construir ahí no deja de sorprender. En cualquier caso, cuando se inaugure el centro comercial y abran todos esos locales donde lo más probable habrá cafés con gente bonita tomando un “frapuccino”, el brillo y la novedad ocultará la destrucción y alteración de un verde humedal con una rica biodiversidad, reducido en su superficie para dar paso al nuevo colegio y otras obras. Un “cambalache” que de cuajo borró un edificio histórico y la naturaleza local ante la vista y paciencia de autoridades, medios e incluso gremios profesionales cuya negligente actitud no ha hecho más que beneficiar a ciertos grupos económicos en la ciudad.

Archivo Historia Arquitectónica de Concepción.


Registro de la lectora Paola Otárola.


Archivo Historia Arquitectónica de Concepción.
Todos simplemente tomaron palco, sin escuchar a conciencia a la comunidad que por años lleva un trabajo de defensa de ese y otros humedales locales, sin cuidar un tesoro que nos beneficia mucho más que un centro comercial y un par de torres que puede que brillen con su diseño e impronta pero que esconderán la destrucción de dos frágiles dimensiones jamás consideradas de manera sensata, seria y profunda en nuestra regulación urbana, el patrimonio natural y el arquitectónico.
En una ciudad como Concepción donde estamos acostumbrados a eufemismos y a quedar bien con todo el mundo, el «Caso Inmaculada» quedará grabado en la historia. Ojalá quienes hagan uso del nuevo colegio en lo que fue el Humedal Paicaví, se cuestionen en dónde está su establecimiento y el costo que tuvo, no precisamente económico.
Madesal y su staff se jactan de salvar una parte del edificio, esa ampliación que es de los arquitectos Hernán Alcalde, Emilio Duhart y Roberto Goycoolea pero qué sacan con salvar un inerte pedazo de edificio si en el fondo, nos encontramos con intenciones podridas hasta lo más profundo y ojo, seremos muchos los que sabremos esto y por año lo recordaremos hasta el cansancio.
