El mes pasado, específicamente el 6 de junio, varios tuvimos el privilegio de asistir al lanzamiento del libro “Memorias de un Arquitecto Obstinado” del arquitecto Miguel Lawner, personaje clave en el desarrollo de la arquitectura del siglo XX en Chile, además de pertenecer a una generación de arquitectos íntimamente relacionados con temáticas sociales y asociados al período reformista de la enseñanza de la arquitectura en la década de 1940.El libro, editado por el arquitecto Pablo Fuentes, expone diversas etapas de la vida de Lawner, entre ellas su detención y confinamiento en la Isla Dawson tras el golpe de estado de 1973. Lawner, como muchos chilenos, sufrió la opresión de una dictadura militar que aplastó todo lo que se oponía a los ideales de ella. Lamentablemente esta opresión determinó detenciones, arrestos, tortura, muerte, desapariciones y exilio para muchos compatriotas.
En ese mismo escenario, durante el discurso que realizó en el lanzamiento del libro, Lawner hizo especial mención al arquitecto Alejandro Rodríguez Urzúa, destacado profesional que dejó su marca en nuestra ciudad con una serie de proyectos emblemáticos y obras que trascenderían décadas y que hasta el día de hoy se mantienen vigentes.
Las obras de Rodríguez son parte de un momento importante para el desarrollo de la arquitectura en Concepción, corresponden a una de las últimas fases de expresión de la arquitectura moderna en la ciudad y se insertan en un proceso de crecimiento habitacional de la mano de aparición de cooperativas e inmobiliarias que transforman la fisonomía de la urbe. Los proyectos de este arquitecto se destacan por su calidad, su funcionalidad y la sensibilidad expresada a través de finos trazos así como la utilización noble de los materiales.
Si bien nació en Santiago y realizó sus estudios en la Universidad de Chile, desde 1958 se radicó en Concepción cimentando un paulatino prestigio como arquitecto relacionándose con otros arquitectos destacados de la época como Osvaldo Cáceres, Gabriela González, Edmundo Buddenberg y Javier “Maco” Gutiérrez.
Además de los notables proyectos que realizó en nuestra ciudad, se destacó como Director de Obras de Lota y Coronel, a su vez fue Asesor Urbanista de la Municipalidad de Coronel, más adelante fue delegado del Ministerio de Vivienda en las provincias de Ñuble, Concepción y Arauco, fue un miembro importante y activo del Colegio de Arquitectos en Concepción, (de hecho lo presidió entre 1966 y 1968 y fue reelegido entre 1968 y 1970). En 1971 dejó Concepción y se trasladó a Santiago por solicitud del presidente Salvador Allende para asumir la vicepresidencia de CORHABIT, una entidad del Ministerio de Vivienda, cargo que mantuvo hasta el 11 de septiembre de 1973.
Tras 1973, trabajó en proyectos particulares en Santiago pero su afiliación política pesaba. Desde el 23 de junio de 1976, la oficina de Rodríguez estaba siendo vigilada y el día 27 sale de ella para nunca más volver…
Alejandro Rodríguez Urzúa pasó a ser uno de los tantos ciudadanos perseguidos y hechos desaparecer por una dictadura militar que por 17 años abusó de los derechos humanos desmedidamente. El gremio de la arquitectura no estuvo exento de estos dramáticos sucesos. Junto a Alejandro Rodríguez se encuentran desaparecidos los arquitectos; Leopoldo Benítez Herrera, Francisco Aedo Carrasco e Ida Vera Almarza; los egresados de arquitectura Luis Guendelman Wisniak, Carlos Gajardo Wolff y Yactong Juantok Guzmán además del estudiante Mario Peña Solari. Otros arquitectos como Osvaldo Cáceres, Betty Fishmann y el mismo Miguel Lawner junto a su esposa, la también arquitecto Ana María Barrenechea, sufrieron ya sea detenciones, tortura o el exilio…
El emotivo discurso de Lawner y el lanzamiento de su libro, coincidió con la exposición “Itinerancia” del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos así como además coincidió con el aniversario de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Bío Bío, de la cual, justamente Alejandro Rodríguez fue docente y fundador en 1969. Por último, en mayo, se cumplieron 50 años de la Tercera Convención Nacional de Arquitectura, importante suceso llevado a cabo en Concepción en el cual Rodríguez fue un activo participante además de estar en el equipo de “Estudios de Temas”. Estas coincidencias motivaron la redacción de este artículo, cuya finalidad es recordar la figura de Alejandro Rodríguez Urzúa y parte de su obra realizada en Concepción.
Antes de su llegada a Concepción, se destacó con diversos proyectos como la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Chile y en 1953 obtuvo el Primer Premio del Pabellón de Exposición de la Feria de América en Mendoza, Argentina. Rodríguez se estableció en 1958 en Conecpción tras trabajar en el proyecto del edificio FIUC, junto a los arquitectos Osvaldo Cáceres, Edmundo Buddenberg y Gabriela González.
El edificio FIUC fue un concurso lanzado a mediados de la década de 1950 en el que se propuso la construcción de un edificio de renta para financiar el Fondo de Indemnización de los Trabajadores de la Universidad de Concepción. El proyecto fue emplazado en la esquina de las calles Caupolicán y Barros Arana frente a la Plaza Independencia en lo que antiguamente eran una serie de locales comerciales, de los cuales muchos se mantendrían tras la demolición de los antiguos recintos. El concurso fue ganado por el equipo formado por Osvaldo Cáceres asociado a los arquitectos Alejandro Rodríguez, Edmundo Buddemberg y Gabriela González. El programa del edificio contempló una serie de oficinas y departamentos particulares así como una serie de locales comerciales distribuidos en once niveles, los locales comerciales se ubicaron en una placa base de dos niveles en la que se distribuyeron los locales en una galería comercial, (Galería Universitaria), y dos volúmenes que formaban una “L” de planta que serían las torres de oficinas y habitacionales. Se destacaron las terminaciones en mosaicos y los tonos ocres de placas metálicas en su fachada así como el trabajo de Cáceres en el diseño de las baldosas del segundo nivel y el estanque de agua, proyectado con planos plegados, aspecto que se repetirá en diversas obras del arquitecto y el mural realizado por Eugenio Brito que alude a la leyenda local de Las Tres Pascualas.
Rodríguez adquirió nexos con la industria Gacel, dedicada a la fabricación y venta de calzado. En 1959 se construyó el edificio para la fábrica, ubicado en la esquina de las calles Aníbal Pinto y Ejército. Un edificio que a pesar de ser de corte industrial, (apelando a la funcionalidad y la simpleza), recogió numerosos elementos llamativos en la fachada como la inclusión de la madera y una paleta de colores que se encuentran más adelante en el trabajo residencial que realizó Rodríguez con algunas casas de interés que veremos más adelante. Tras el cierre de la fábrica el edificio Gacel actualmente se encuentra semiabandonado, siendo una parte ocupada como bodega de una cadena de supermercados, siendo parte de nuestro patrimonio arquitectónico industrial que con el pasar de los años está cada vez más abandonado. La fusión entre arquitectura moderna e industria tuvo pocos pero interesantes exponentes en la ciudad de Concepción. Gacel es claramente uno de ellos.
Si bien la construcción en altura apareció a mediados de la década de 1950 con edificios como los ICONSA, el edificio EMPART y el ya mencionado edificio FIUC, los que transforman el «skyline» de Concepción, fue tras el terremoto de 1960 y la puesta en práctica del nuevo plan regulador de la ciudad que la urbe penquista se vio invadida por una serie de nuevos edificios, producto además de una explosión inmobiliaria gracias al aumento de créditos y la aparición de múltiples cooperativas habitacionales, así como la optimización del suelo del centro penquista para la vivienda y el comercio.
En 1961 se concluyó el edificio de calle Ongolmo n° 542, proyectado en conjunto con Javier «Maco» Gutiérrez, la dupla planteó un edificio de departamentos con una inusual fachada de planos dispuestos con una concavidad interior y exterior que formó un atractivo ritmo y composición, los planos fueron conformados con una perfilería metálica, vidrio y placas de metal coloreadas en tonos celestes. Además se planteó una parrilla exterior en acero que es más bien un adorno que decora la fachada. Hace algunos años se modificó la fachada dejando la mitad plana y a la vez suprimiendo las placas metálicas, la otra mitad aún se mantiene en su estado original.
Arquitectos como Ricardo Hempel, Santiago Roi, Julio Ramos Lira y los ya mencionados en el equipo del FIUC pasaron a ser protagonistas de una nueva imagen, moderna y fresca del Concepción de la década de 1960. Alejandro Rodríguez siguió esa línea realizando proyectos habitacionales de importancia tanto para particulares como pra instituciones.
La dupla Rodríguez/Gutiérrez realizó otros proyectos residenciales en Concepción como por ejemplo el edificio de la Inmobiliaria Maipú, ubicado en la esquina de las calles Maipú con Aníbal Pinto, el cual se concluyó en 1963. Siguiendo la fórmula de placa comercial y torre habitacional, el edificio incluyó una galería, la Galería Maipú, en la placa base, la que en algún momento albergó en su placa comercial locales importantes para la ciudad como; “El Pobre Diablo”, “Rote Rose”, “El Mundial”, “Depósito de medias y calcetines” (del cual aún se mantiene el letrero de acrílico) y más recientemente “El Corte Inglés”. Otros proyectos realizados por ellos fueron el edificio del Colegio Médico, en plena Diagonal Pedro Aguirre Cerda y algunas viviendas como la de calle Victoria 204 en pleno Barrio Universitario hacia 1963. Gutiérrez por su parte trabajó en proyectos como el edificio de la Farmacia Maluje.
La dupla Rodríguez/Gutiérrez se asoció a Osvaldo Cáceres formando un equipo que ganó el concurso de un proyecto bastante particular para la Universidad de Concepción en 1961, la Casa del Arte.
Tras el incendio de la antigua Escuela Dental, ubicada en la esquina de calles Paicaví con Chacabuco surge la idea del rector de la época, David Stitchkin de hacer un centro cultural que albergue las artes plásticas y escénicas en un solo lugar aprovechando parte del antiguo edificio, (obra de Arnoldo Michaelsen, de 1931). Se demolió el cuerpo principal del edificio que ya había tenido daños por el terremoto de 1960 manteniendo la parte posterior. Tras diversas propuestas y varias transformaciones en la concepción del proyecto producto del cambio de rectores, (la eliminación de un teatro que se originalmente se incluía y la definición del edificio como una escuela y centro de bellas artes), se encauzó el trabajo al resultado que conocemos hoy como la Casa del Arte José Clemente Orozco.
El edificio posee un partido general simple, enfatizando salas de exposición y un gran espacio común concebido originalmente como un patio, el cual fue decorado con un mural de grandes proporciones a cargo del destacado pintor mexicano Jorge González Camarena y asesorado por artistas chilenos como Albino Echeverría y Eugenio Brito. El mural contó con el auspicio de la embajada de México y fue rematado con un verso de Pablo Neruda. Las otroras clínicas dentales ubicadas en la parte posterior de la Escuela Dental pasaron a ser talleres para las artes y el edificio pasó a ser un punto destacado no sólo de la Universidad de Concepción, sino que de la ciudad.
En mayo de 1963 se realizó en Concepción la Tercera Convención Nacional de Arquitectura. Diversas temáticas en torno a la arquitectura, el crecimiento de la ciudad y el quehacer profesional se discutieron por días y el centro de operaciones de esta actividad fue nada más y nada menos que el antiguo edificio de la Municipalidad de Concepción, obra de Gustavo García Postigo, de principios de la década de 1920 y que tras el terremoto de 1960 fue desalojada y cinco años después de la convención fue demolida. Alejandro Rodríguez fue parte de esas sesiones y compartió junto a otros arquitectos como el ya mencionado Osvaldo Cáceres, Luz Sobrino y Roberto Goycoolea.
Hacia 1965 se concluyó otra obra destacada de Alejandro Rodríguez, el Edificio Copahue, ubicado en la esquina de las calles Aníbal Pinto con San Martín. Esta es una obra concebida como una agrupación de viviendas en cuatro niveles, (dos unidades por nivel), dejando el primero para oficinas. Se presentan dos tipologías habitacionales por nivel, una unidad de 111 m2 y otras de 71 m2, ambas incluyendo dormitorio de servicio y balcón el cual pasó a ser un elemento compositivo que destaca en las fachadas que dan hacia ambas calles. El Edificio Copahue pasó a formar parte de un conjunto de edificios modernos en calle Aníbal Pinto comenzado con el ya expuesto Edificio Maipú, el edificio de Aníbal Pinto 531, (proyecto de Gabriela González , 1958), el Edificio Pedro de Valdivia, (proyecto de Ricardo Hempel y Santiago Roi, 1963), el Banco del Trabajo, (obra de Mauricio Despouy) y la ampliación del Colegio Inmaculada Concepción, destacada obra de la dupla Duhart/Goycoolea.
Hacia la calle Cochrane, en la esquina con Castellón, nos encontramos con otro exponente, concluido en 1967, el Edificio Antilhue, un edificio que si bien es similar en distribución a los expuestos previamente, incluye un nivel en zócalo y su techumbre es bastante particular, una techumbre que está asociada al diseño que Alejandro Rodríguez realiza en las viviendas que proyectó. Parte importante del diseño de Rodríguez estuvo inspirado en la arquitectura japonesa, una arquitectura asociada a la construcción en madera y con amplios techos, “arquitectura de pagodas” como se le mencionó en algún momento en los medios.
Los edificios de media altura destinados a vivienda proliferaron en la década de 1960 y aparecen también conjuntos de bloques, algunos de grandes dimensiones insertos en una idea y filosofía de ciudad como la Remodelación Concepción, (Remodelación Paicaví) de 1966, proyectada por el grupo TAU y otros conjuntos más pequeños como el que está en la esquina de las calles Ongolmo y Chacabuco, destinado a los funcionarios de la Universidad de Concepción. Se compone por 5 bloques de 5 niveles cada uno con leves diferencias entre cada unidad o departamento. Rodríguez también proyecta un conjunto similar para trabajadores universitarios en Barros Arana entre Tucapel y Orompello, al lado de lo que fue alguna vez el Cine Lux y enfrente del Edificio Tucapel. El último conjunto realizado para la asociación de trabajadores fue el Ñielol, ubicado en Tucapel a pasos del Parque Ecuador, compuesto por dos bloques y una composición de fachada reticulada y regulada, en que madera, vidrio y cerámicas se combinaron en un agradable equilibrio.
La influencia de la arquitectura japonesa fue notoria en la década de 1960. Paulatinamente se adoptaron líneas que emulan el diseño nipón y la liviandad de las obras coincide con ciertas características de la arquitectura moderna de aquel entonces. Alejandro Rodríguez proyectó una serie de casas que adoptaron esta morfología. Características como la utilización de la madera fusionada con la piedra, un uso expresivo de la estructura así como la inclusión de techumbres predominantes con amplias caídas pasaron a ser sellos de las viviendas de Alejandro Rodríguez. Ya vimos la combinación de algunos elementos así en el edificio de Cochrane esquina Castellón. El fino y prolijo diseño de Alejandro Rodríguez que notamos en las viviendas está íntimamente relacionado con una excelsa calidad funcional y una utilización de los materiales en la que se optimizan y se aprovecha la nobleza de los mismos. La atractiva paleta de texturas y colores que encontramos en las viviendas de Rodríguez, su cantidad justa de albañilería, piedra y madera con aplicaciones de ladrillo y cerámicas nos da cuenta de una serie de piezas únicas e importantes del diseño residencial en pleno centro de Concepción.
Como una versión en menor escala de la idea placa + torre, algunas viviendas proyectadas por Rodríguez poseen amplias terrazas que forman una placa base, sobre ella se articula el segundo nivel que se destaca con la ya mencionada techumbre prominente.
Algunas características encontradas en las viviendas de Lincoyán las podemos encontrar en otras casas, como por ejemplo la ya famosa Casa Woywood, ubicada en la esquina de calle Víctor Lamas con el pasaje Enrique Molina, una casa que en la opinión del que escribe, es una de las casas más bellas de Concepción, es el referente del trazo Rodríguez y su particular forma de concebir las viviendas, posee un muy buen emplazamiento y asoleamiento. Una casa de grandes dimensiones pero no ostentosa, es sencilla, elegante y exhibe todas las características expuestas previamente.
No tenemos certeza de cuántas obras de este tipo realizó Alejandro Rodríguez en Concepción, si bien existen investigaciones que dan cuenta del portafolio edificado del arquitecto, siguen apareciendo viviendas con proyectos de su autoría, por lo que de momento, no es fácil determinar la cantidad. A continuación una selección de viviendas proyectadas por él; siguiendo la línea de las expuestas anteriormente, veamos el conjunto ubicado en la esquina de calles Argentina con Rengo, un conjunto compuesto por 12 unidades habitacionales dispuestas en 6 viviendas pareadas. Un tanto más sencillas que las anteriores pero no por ello menores en cuanto al diseño y la pulcritud de las líneas.
Otras cuatro viviendas se escapan un poco de la idea de la “pagoda” y están asociadas a una búsqueda en el diseño en que se rescatan aspectos como la estructura y el diseño de la techumbre que pasa a ser un elemento de diseño preponderante, también están asociadas a una última fase del arquitecto en Concepción, cabe mencionar que Rodríguez deja Concepción para trabajar en Santiago y realiza algunos encargos desde la capital. En 1968 se construyó la vivienda Rodríguez, una casa que es un ícono de la arquitectura de la ciudad en la que el arquitecto vivió con su familia y que estaba adosada a las casas pareadas de Lincoyán 317 – 333, revisadas anteriormente.
Para finalizar, destacaremos dos proyectos comerciales que realizó, en primer lugar el edificio que hoy alberga al Hotel Cruz del Sur y varios locales comerciales, un edificio de 1970 que causó impacto por su rupturista diseño. Nuevamente apareció la idea de la placa con una serie de locales comerciales y además estacionamientos dispuestos en niveles, una idea que paulatinamente llegaba a Concepción y que era cada vez más necesario por el crecimiento del parque automotor. Llama la atención la morfología del edificio, el volumen que se encuentra sobre la placa nos recuerda el ex edificio EMPART proyectado por Schapira/Eskenazi/De la Barra/Messina, con muros curvos, alegoría naval potenciada con un revestimiento de cerámicas de potentes blancos y azules.
En segundo lugar, el Pasaje Musalem, una galería comercial concebida con una planta de cruz que posee accesos en las cuatro calles perimetrales de la mazana en la que se ubica, (Freire, Caupolicán, Maipú y Aníbal Pinto). El Pasaje Musalem se distancia de la idea clásica de galería, con juegos espaciales en su interior que rompían la tradicional tensión de un espacio «de traspaso», generando instancias de permanencia. Asimismo, el Pasaje Musalem se puede apreciar como una placa sin torre, siguiendo claramente la noción de las placas proyectadas por Rodríguez desde inicios de la década de 1960.
Esta revisión no pretendió ser exhaustiva, evidentemente quedaron muchas obras de este arquitecto en el tintero y hay muchas que tal vez no fueron registradas o documentadas. Como más de alguna vez se ha mencionado en esta página, la conservación de la arquitectura moderna es difícil y su desaparición es un problema latente, la equívoca percepción del patrimonio arquitectónico y al mismo tiempo el olvido de los arquitectos, lleva a que estas obras siempre pasen por modificaciones o simplemente terminen siendo demolidas.
Hemos visto una pequeña parte del extenso trabajo de un arquitecto que dejó un legado notable en Concepción de arquitectura que ha sabido envejecer. Si bien algunas de las obras de Alejandro Rodríguez se encuentran modificadas o algunas han sido demolidas, su diseño y trazo se han mantenido vigentes y con mejor calidad que algunas construcciones aparecidas en el último tiempo.
Alejandro Rodríguez Urzúa es parte de la historia de Concepción y «es» no «fue», porque su obra y legado están presentes en nuestra ciudad. A pesar de que no tenemos certeza de qué pasó exactamente con él, su legado manifestado en obras vanguardistas; en una destacada labor docente o su participación en la CORMU y proyectos sociales, ha superado ese período oscuro, violento e intolerante que vivió nuestro país y lo hace estar presente dentro de la ciudad.
Como ya alguna vez se ha mencionado en este blog, conozcamos nuestra ciudad, conozcamos su arquitectura y no olvidemos… nunca, olvidemos!
Agradecimientos a Osvaldo Cáceres, Verónica Esparza y Pablo Fuentes.
Fuentes consultadas
- OCHO ARQUITECTOS EN LA MEMORIA. Comité de Derechos Humanos y Ciudadanos. 2005
- MONOGRAFÍA DE LA OBRA DEL ARQUITECTO ALEJANDRO RODRÍGUEZ EN CONCEPCIÓN. Lorenzo Fluxá Harms. 1997
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